Those two small and soul-touching black holes that appear only when I close my eyes shine with own glow. It's all about intensity. The remaining gray colour on its iris is fading every second gone. I can read they are waking up after a long, long sleep.
Light grass green arises and grows near the black borderline that clearly states where does the beautiful coloured space start and where does the sclera end. In between the border and the pupil, as if the rain had transmited the calm and tranquility the storm of their impulses leaves behind, some sweet blue lakes appear out of nothing like little spots on a butterfly's wings. Attractive brown explosions detonate as they win back the old strenght they used to have.
He decided not to do anything all along the morning, so he decided to take a stroll. He felt like giving himself this very pleasant moment in which he wouldn’t have to think about anything concrete, but still think about everything. The day looked particularly cloudy. He took his light and black sweater and left. There was no rush. The morning was long, and he wanted to make it last.
It was simply another autumn day. On the radio, the forecaster said it would be rainy, but he did not take her advice for serious. The sky looked grey, but still could stand like this the entire morning with no rain. And anyways he loved these days, where the sun could not flash him nor melt his skin under his shirt. He had always been a fan of cold, wet and foggy weather.
He took his black skullcap, turned on the music, put on his Palestinian scarf and left home with his keys on his pocket. The minute he opened the front door, a freezing snap of air slapped his face, but luckily he had his scarf on and helped to calm down the shiver that would have gone all across his body. He felt his muscles were getting tighter. Closed the door and set his hands on his pockets and started walking.
He immersed on a parallel world he made up. Eventually he found himself on the proper street. He kept walking straight, along the main avenue. It would take ages for the traffic lights to stop him. He had chosen that street because they were few traffic lights along it. Another thing he didn’t have to worry about. The trees caressed the air as they were dancing at the rhythm of the piano inside his ears. Everything was taking place at the very exact moment he was noticing all around him.
All of a sudden, a lightning stoke the clouds and broke the silent walk. His eyes focused the sky: good news, it was about to happen. He smiled and faced the consequences.
The first rain drops started to fall slowly. He turned down the volume so he could listen to the rain impacting against the ground. He now was aware of the big swing going on. It was like a pleasant dance, everything evolved in a determinate way. He stopped walking.
He was feeling so quiet.
With his expression facing towards the sky, he was able to feel the rain on every single point of his face. He took off his skullcap; he wanted to feel it on his hair too. He was more aware than ever, he perceived every distinct drop wetting his face. It was a gorgeous sensation, like feeling alive on his bones, but for real!
As his watch ticked, he was getting wet and wet.
He was absorbed and did not realise the rain was going under his sweater. He did not really care about that, he was grand, and most important, he was seizing the moment. His heart pumped with power; his bloodstream carried the adrenaline along every single cell. He was getting filled with energy.
He felt stupidly happy and more and more sensitive every second gone.
He still had one whole hour to wait for his departure. He took a seat and stared with empty gaze at the crowd that walked around, rushing to their respective departures or simply waiting for their kin to show up.
There was something special going on that Sunday evening. The whole station atmosphere was polluted with some melancholic and invisible fog. He could read some kind of sad feeling in most of everyone’s eyes. These people never tended to look up; they looked down as if there was something to be found in the ground. Everything seemed to become greyer and greyer.
The station looked as beautiful as he remembered from his arrival. But the perspective this time was very different. The walls remained the same, but there was this strange feeling taking place. Like if everyone shared the same sad feeling. The roof was the same roof he found in when he first came in, but it really was not.
He suddenly realised the power that the station itself had. Every Friday the station had the power to reunite families, friends and couples. But its role changed on Sundays, as it just broke any kind of ties until the next Friday reunited them back again. It was quite paradoxical for a non-living being; causing pain and hurting feelings so the next Friday it could heal, with love, the wounds caused; like a phoenix reincarnates from its own ashes.
And he, like everyone else in the station, could not escape to that power.
Estos dos últimos días me he animado a escribir de nuevo sobre lo que recordaba guardar en algún sitio muy escondido dentro de mi cabeza. Siguiendo cuidadosamente mis manías a la hora de escribir, me he sentado delante de mi ordenador para alimentar esta necesidad que últimamente me quitaba el sueño algunas noches. Siempre he sentido una importante atracción a todo aquello relativo a la vida. Todo aquello que nos rodea y que, por alguna casualidad, nadie le da suficiente importancia al asunto. "Eso se lo dejamos a los filósofos", comentan algunos con afán de burla y en un tono superlativo. Pues eso es lo que la gente como yo apreciamos. Algunos escépticos comentan que es una pérdida de tiempo, y en verdad, queridos lectores, así es. Lo más importante de todo en el momento de filosofar es saber si existe un mínimo de "feedback", es decir, una respuesta por parte de receptor (en este caso, vosotros, queridos lectores). Siendo poco coherente con mi discurso voy a probarme a mi mismo lanzándome al vacío delante de un público tan poco tangible como lo es el de la red.
El otro día, hablando, me sorprendieron con la siguiente frase: "No creo en la causalidad". Esta frase realmente me asombró muchísimo. Desde que tomé la asignatura de filosofía en bachillerato que he vivido convencido de que la teoría de la causalidad es la más acertada de todas a la hora de explicar cualquier hecho; así que pregunté "¿Cómo puedes afirmar que la causalidad no existe, si es una evidencia racional el mero hecho de que cada causa produce una coseqüencia?" o dicho del revés, cada conseqüencia tiene su (o sus) causas! La respuesta que recibí impactó en mi. No se trataba de una respuesta con un valor racional intenso, pero despertó en mi una fugaz reacción sentimental. "Creo que todas mis acciones pasan por un filtro (sujeto) donde yo avaluo cual es la mejor opción para cada momento". Aparentemente, mi yo más racional hubiera respondido "Entonces, no estás haciendo nada más que acceptar que tu causa a tu acción es la sola acción de reflexionar, como conseqüencia, tendrás tu reacción. Es pura física Newtoniana! Acción-Reacción". Pero me sumí en silencio. Reflexioné y caí en la cuenta de que no puedo encontrar la causa en según que situaciones fuera de lo físico y tangible. Me explicaré; como ser humano, me gusta creer que puedo tener un control sobre todo lo que sucede sobre mi, pero sé que mi futuro depende en muy poca parte de lo que yo decida hacer conmigo mismo. Mi futuro depende de muchos factores y uno de ellos puede cambiarlo todo. Seguro que podríamos encontrar una equación donde todos los factores nos influenciaran en un resultado final. Curiosamente hay una ciencia que trata de explicar cosas así (la sociología, pero esto es otro tema). A partir de ahí, todavía disponemos de la comentada teoría de la causalidad para refutar lo dicho. Lo que no tengo tan claro es que se pueda describir, ya sea a nivel matemático o al nivel que queráis, una variable que sea capaz de responder a lo que nuestro cerebro piense. Tenemos la manía de querer obtener siempre variables y variables empíricas. Ahora existe la psicología. Tienen esta mania de querer dominar todo el subconsciente. Y el subconsciente, amigos, ahí es donde quería yo llegar. ¿Cómo se puede predecir lo que inevitablemente no puedes pensar ni dominar? ¿Cómo podemos llegar a admitir que el subconsciente depende de nosotros mismos? ¿Acaso logramos dominar lo que queremos soñar todo el tiempo? Yo creo que es coincidencia soñar lo que queremos la misma noche que nos lo proponemos. Y ahí, ahí es donde vi yo una imposibilidad de validación de la teoría de la causalidad. Aristóteles me diría "Todas las acciones humanas tienen una o más de las siete siguientes causas: suerte, natura, compulsión, hábito, razón, pasión y deseo." ¿Será la ciencia capaz de desvelar nunca en qué neurona se produce la primera idea? ¿Será capaz de encontrar de dónde salen todas estas ideas? ¿De dónde nacen los sueños, las invenciones, la imaginación al fin y al cabo? ¿Es que hay dentro de nuestro cerebro un "órgano" que se encarga de ello? Y de todo esto deriva la pregunta: "¿Existen las casualidades?" Yo no tengo ni idea de nada, al fin y al cabo, soy filósofo.
Habríase visto nunca semejante comportamiento suicida, semejante estupidez concentrada en un solo cráneo. Y lo mejor de todo era que se lo había metido voluntariamente todo dentro. A veces, como solía decirle su madre, la vida aparece en forma de percance, que por lo general nunca se ve, y entonces tropezamos como un conejo ciego. Sentía que dentro de si nacían flores alrededor de un sentimiento que no llevaba a ningún sitio. Simplemente se sentía estúpidamente feliz. Pese a todo lo que aquello comportaba.
En realidad, sus horas de nocturnidad no eran otra cosa que el resultado de todo un cumulo de distorsiones que volaban sin cesar por su mente y que no parecían dejarlo en paz.Ya quisiera poder seguir durmiendo serenamente como en cualquier otro periodo de su propia vida.
Éste pertenecía a un ciudadano de nacionalidad italiana. No había visto en mi vida a su propietario y la situación en la que estaba metido empezaba a superar mi paciencia. Era incapaz de explicar el porqué de dicho fenómeno. Simplemente yo sacaba documentos a mansalva de mis bolsillos. Fue entonces cuando mi pareja se acordó de que mi documentación no estaba en mi habitación, sinó que ella se la había llevado al nuevo hogar de acogida. Sin hacer perder más tiempo al cartero le pedí que esperara otra vez. Me lanzé a la carrera dentro de la nueva casa y delante de mi asombro, justo al cruzar la puerta, me encontré con una mesa bien preparada, trece sillas y muchísimos niños de entre 5 y 13 años correteando en dirección a sus respectivos asientos. Levanté la mirada por encima de la mesa y ví al padre de la família organizando el caos que había en lo que en inglés llaman hall". Al fondo, junto a los fogones, la madre de la casa terminaba el festín de bienvenida. Sin entender muy bien como me dirigí a las escaleras que se encontraban al final del "hall". Saludé con la mirada a la mujer, que con una sonrisa me correspondió y continué mi camino. Subí las escaleras de madera de tres en tres, ayudandome de la barandilla. Una gota enorme de sudor resbaló por mi patilla. Alcanzé la habitación de matrimonio que nos habían habilitado y vi que en la esquina estaban todas mis cosas, y encima de todo estaba mi cartera. La abrí y encontré el deseado documento. Comprobé con una mirada fugaz que evidentemente me pertenecía y me apresuré a salir. Procuré saltar toda la escalera de un solo bote, pero me caí al suelo.
Allí, tirado, sintiendome observado por veintidós ojos intenté agarrarme a la barandilla para ayudarme a levantarme. Alargué y alargué el brazo, pero sin suerte. No había manera de alcanzar la maldita barandilla. Me esforzaba y miraba con impotencia como la barandilla se alejaba de mi. Todo empezó a hacerse más y más grande. Hasta que hubo un momento que no pude entender si todo se hacía grande o yo empetitecía. Todo resultaba tan molesto... Y sudaba y sudaba... y todavía sudaba más. Perdía el mundo de vista y la maldita barandilla todavía estaba más lejos. Todo se desvanecía y me lloraban los ojos. Me sumía en una oscuridad sinfín. Nunca pude alcanzar lo que me sujetaba a mi verdadera identidad.
Pese a todo no recordaba la dificultad para seguir adelante con aquella situación tan embarazosa. Todo iba muy rápido, pero en su corazón todo parecía suceder con una lentitud muy molesta. Su cuerpo temblaba siempre que abría la boca y esto hacía la situación todavía más y más incómoda. Aquella conversación era del todo vacía y carecía de interés por ambos lados, o eso es lo que le habría gustado que fuera. Internamente se producía una situación paradójica. Su mente mantenía una férrea defensa en acoger la situación con frialdad, pero por el otro lado sus sentimientos no podían ceder a lo que antaño había sentido. Corría otra vez por sus venas con un ritmo implacable el recuerdo de todo lo vivido, los sueños que había tenido y las sensaciones que tan agradablemente volvían a su memoria.Quería romper con todo y lanzarse a un destino que no lo habría llevado a ninguna parte, pero que irrefrenablemente tenía ganas de volver a probar. Se sentía rechazado y ahuyentado como un oso junto a un nido de abejas molestas.
Había sido un día pasable. Otro día perro, pero en su consciencia no sentía culpa alguna, a diferencia de unos días atrás. Incluso el día había ido mejorando a medida que había avanzado. Había tenido tiempo para si mismo, para vagabundear por su piso e incluso hacer un poco de deporte antes de su comida.
Cerró los ojos y se durmió con un sabor agridulce en sus labios. El aire entraba, como cada noche, por su ventana y mecía las sábanas.
Pot aparèixer quan menys te l'esperes, però sempre quan més el necessites. Sempre està allà per perdut que el puguis donar. Normalment no segueix amb passió totes les activitats que arribes a fer per la teva conta, ja siguin esports, hobbies o aficcions, lectures, jocs o fins i tot feina o estudis. Però igualment se sap posar a l'alçada que toca i pot parlar de qualsevol tema. Sembla que no comparteix res amb tu, pero un cop al mes apareix i es posa al dia, t'escolta i t'aprecia, t'estima i t'ajuda. T'explica tot el que el corrou per dins, tots els seus dubtes, les seves anècdotes i experiències. Veus com creix i com evoluciona, admires com ha crescut aquell costat madur a les teves esquenes i ara et demana ajut. T'enriqueix escoltar-lo perquè porta una vida més accidentada que la teva, però això el fa viure i sentir ple i orgullós. Admires el coratge que té i refuses l'impuls primari que saps que el perd. Ell també necessita sentir què dius, què saps i què sents, aprèn de tu i també creix. Té els seus dubtes i necessita aconteixements i experiències dels quals tu pots parlar amb coneixement de causa. Comparteix opinions i refusa creençes. Marca sempre el punt que creu amb delicadesa, però amb consciència a l'hora de parlar temes determinats. Sap que toca dir que no i quan toca dir que sí. No dubta en plantejar-te un mur imaginari de metàfores perquè obris els ulls de la realitat en la que et semblava viure. Té secrets que no explicarà mai, sorpreses agradables i ensurts desafortunats, però saps que sempre arribarà quan més el necessites i el seu suport sempre és imprescindible.
Llegaba tarde a cenar en la casa dónde me habían invitado a pasar unos días, corrí los últimos metros hacia la entrada y justo allí me paró el cartero. Era un hombre de facciones italianas. Llevaba un prominente bigote debajo de su espléndida nariz y sus ojos marrones brillaban al ritmo de su ímpetu. Tenía una carta para mí, justo yo habiendo llegado en aquella bonita casa americana. Acompañado de mi querida, nos paramos para atender el asunto que aquél modesto hombre nos portaba esa mañana de domingo. Amablemente accepté el sobre, pero antes de dármelo pidió ver mi documentación. Extrañado, no dudé en sacar de mi bolsillo el deseado documento. Con toda seguridad alargué mi brazo para que pudiera comprovar la realidad del receptor de la carta. Por nuestra sorpresa el cartero negó con la cabeza cuando con toda seguridad dirigí mi otra mano hacia la curiosa carta. Atentamente fuí testigo de aquél evidente error. El carnet de identidad que mostré no me pertenecía, però curiosamente conocía al representante. Se trataba de uno de mis amigos de toda la vida. Sorprendido, le pedí amablemente que esperara a que le tragiera mi verdadero carnet. Pensé que me lo debería de haber dejado en mi cuarto. Me apresuré en regresar por donde venía, dejando al encuriosido cartedo y a mi muy estrañada querida en la entrada del jardín de aquella fantástica casa. Entré por la puerta del jardín de la casa conjunta a la que nos alojábamos. Abrí la puerta de entrada con toda la normalidad del mundo y entré. La habitación que se abría a mis ojos era muy grande. Justo delante, a unos dos metros, unas escaleras desaparecían al piso superior. A mi derecha había una televisión encendida y en aquél momento se emitía mi telesérie favorita. Jack y Kate hablaban sentados en la playa de una isla. Reconocí immediatamente que se trataba de la primera temporada de "Lost". Y en los sofás junto a la televisión estaba mi tío sentado. Sin molestarse ni una pizca por mi presencia allí me saludó y le devolví el saludo. Reanudé la marcha hacia mi destinación. Subí por las escaleras y giré a la primera puerta a la izquierda. Un estrecho y corto pasadizo sin lámparas era lo que quedaba entre yo y mi documentación. Alcanzé a oscuras la puerta final, la abrí i encontré enima de la cama mi siempre reconocible riñonera negra. Registré por carnés y encontré un pack junto. Poseído por la prisa y el no querer hacer esperar ni el cartero, ni la familia que nos acogía los agarré todos y me los guardé al bolsillo. Rehice mi camino de vuelta saludando mi tío otra vez y alcancé al cartero y mi querida, que todavía estaban allí. Saqué esta vez el pack de carnés y le dí el primero que saqué, que me pareció ser el de identidad. Alargué otra vez mi mano dirección a la carta, peró el cartero empezó a balbucear un alemán ridículo, que rápidamente atrajo mi atención de vuelta. Resultaba ser un carné de un ciudadano alemán. Sin preguntarme porqué tenía yo ese carné, el cartero me pidó que le diera mi carné de una vez. Al mismo momento dos estudiantes alemanas se presentaron oportunamente para traducir para nosotros la identidad y localidad del propietario del carnet alemán. Me decidí a escribir una carta para el propietario junto con su carné y se la entregué al cartero. Agradecidos, despedimos a las dos universitarias. Saqué otra vez de mi bolsillo mi pack de carnés y convencido por enécima vez, alargué mi brazo dirección el cartero con un nuevo carnet. El cartero se enfurismó cuando por tercera vez le entregué un carnet que tampoco me pertenecía.
Quanta raó que tenia, fós qui fós el que postulés que la vida està plena de canvis que et marquen un abans i un després, que t'obliguen a plantejar tot el que creus que has fet i tot el que has fet, tot el que et penses que saps i tot el que saps, tot el que et pensaves que erets i el que realment ets.
Hi ha cops que t'accepten en una feina que no esperaves i et suposa modificar tot el que tenies planejat i quadrat en el teu calendari; o et trobes un llibre que et canvia el teu plantejament de vida; o simplement rebusques aquell restaurant on els dies grisos se't passen llegint pàgines d'aquell llibre absurd que et desconnecta del que preocupa a la resta i acabes trobant la solució al que feia temps que buscaves.
És simplement sorprenent com de gran pot resultar un canvi i la sorpresa que et pots endur. Els canvis poden ser per bé i semblar la mar d'agradables, però també poden ser per mal. Aquests són els que et fan sentir com una merda, però són els que valen tant, que un cop superats no vols que canviïn per res del món. Et sents conscient de que has crescut, com un arbre que tot just aixeca dos pams de terra enmig d'un bosc de sequòies i s'obre pas cap a la immensitat dels cels, on la gran vista eclipsa qualsevol dels paisatges, i finalment se sent meravellat i poderós per haver superat, clariana darrera clariana, els obstàcles que suposaven els més grans, vells i arrogants.
Els canvis mai no es poden triar, sempre venen quan menys els vols o menys els esperes. Et poden sorprendre darrera de cada cantonada que creues, en forma de taüt o en forma d'altar. Sempre interrompen el curs de la vida, com una vall tancada ofega un riu; ens veiem obligats a alterar el ritme que havíem adquirit i voldríem no canviar perquè el que teníem ens semblava que ja estava bé, i la por al canvi ens fa enrera una vegada més. Fins que el riu troba un nou camí per on escapar un cop la vall ha quedat plena i innundada, formant un llac. Llavors la corrent es despenya pel lloc més baix i podem tornar a avançar cap el que és la vida. El nostre camí des del naixement fins la desembocadura. El frenesí de la juventut en lliscar per les roques de l'alta muntanya ens permet d'afrontar qualsevol entrebanc amb més força i més ímpetu. Arroseguem tot el que ens atura amb nosaltres, tenim tanta força! Res ens pot aturar perquè som capaços d'apartar tot el que no ens interessa i ens frena del nostre destí. A mesura que avançem perdem la força, més cohibits per tot el que es creua al nostre pas, i optem per evitar problemes, fem meandres, curvem camins per no excavar tunels per muntanyes, evitem tot el possible. No ens agrada canviar i entrem en un camí de conservacionisme i conformisme lamentable. L'essència que ens feia forts queda enterrada entre el sediment, al fons de tot i no ens preocupa, el final ja arriba. La poca matèria carregada fins al final queda depositada moments abans de la gran arribada al mar de les ànimes mortes, que ja han perdut identitat. Ningú coneix ningú, tot és aigua i ja no és riu. Ens entreguem sense oposar resistència al final destí i morim sols.
Els canvis que ens semblen dolents no han de suposar un motiu de tristesa, ni de laments, ni d'arrepentiments. Al contrari, ens han de semblar motius de força, de recàrrega, de dinamisme, d'adaptació. Al cap i a la fi... de créixer! És on ens adonem de qui som, d'on anem, de que volem i de com ho farem... i sempre, SEMPRE requereixen TEMPS.
Es curioso que el ser humano haya dado con cosas tan inversemblantes como el arte de fumar. Se explica que el fumar se remonta hasta 5000 años antes de Cristo donde diferentes culturas del mundo usaban dicho arte principalmente para ceremonias religiosas. Después de que América se abriera ante Europa, la práctica de fumar se dispersó rápidamente por el gran continente eurasiático. En regiones como India o la Africa subsahariana se mezcló con las prácticas existentes (principalmente fumar cannabis). Esto marcó, en Europa, el inicio de una nueva actividad social y la introducción de una actividad desconocida hasta ese entonces.
La percepción cultural que rodea al hecho de fumar ha variado a lo largo del tiempo y entre un lugar y otro: sagrado y pecaminoso, sofisticado y vulgar. Es sólo hasta nuestros días y con la industrialización del sector que fumar ha comenzado a verse con un aspecto negativo. No voy a discutir la evidencia demostrada sobre lo perjudicial que puede llegar a ser el tabaco, pues el empirismo que rodea el mundo en el que vivimos se ha encargado de que así se haga.
Como curiosidad mientras leía sobre las shishas descubrí que en Turquía también existen los conocidos "coffeeshops" de Amsterdam, donde sirven pipas y el alcohol está prohibido. Uno de los artes de fumar que más curiosidad florece en mi es la famosa shisha, conocida en su zona de orígen, Mesopotamia, como hookah o narghile. Para los que no conozcáis esto, la shisha es una pipa de agua. Se divide en dos partes reconocibles. Jarrón (shishe) y tubo de succión (marpuch). El jarrón, que contiene en su base agua, dispone de dos agujeros laterales. En la parte superior del jarrón, se adjunta un tubo que sirve para conectar con la pieza que contene las aromas a fumar. Éstas se aíslan del entorno con la ayuda de papel de aluminio y se agujerea para un contacto mínimo con el exterior. Encima del papel de aluminio se coloca el carbón para quemar, sin crear llama, las aromas. Uno de los agujeros laterales sirve para ventilar la zona interna del jarrón y el otro agujero sirve para succionar con la ayuda del tubo de succión. El empleo de dicho instrumento es bastante simple: cuando succionamos por el tubo, el aire enciende el carbón, éste quema las aromas humedas generando un vapor aromatizado que baja tubo abajo. Se humedece todavía más en el agua del jarrón y posteriormente sale por el tubo de succión.
Los que ya me conocéis ya sabréis el porqué escribo esto, pero los que me leáis y no me conozcáis os habréis imaginado que acostumbro a fumar con dichos objetos. Y esto me lleva a contar el porqué de este prólogo.
Me pregunto siempre que cojo el puff de mi hermana y me tumbo junto a mi shisha a fumar qué es lo que más me gusta. Qué es lo que hace que vuelva a repetir esta acción tantas veces, acompañado o solo, qué más da! Me parece increïble succionar el humo, sentir el sabor a manzana en mi boca y luego soltar una bocanada de anillos de humo. Oh, si, como disfruto haciendo anillos. No pararía nunca de hacer anillos. Son tan... perfectos... poder agujerearlos con el dedo en cuanto salen. Disfrutar de la densidad del humo, que rápidamente se escapa para arañar el techo. Es algo tan versátil... Me parece bello. Hasta el olor del humo que se desprende no me resulta para nada molesto, a diferencia del HEDOR del tabaco, que me parece insuportable.
Tumbarse a mi sofá preferido, de 3 plazas, a las 5 de la madrugada, encender el carbón y empezar la velada de las primeras horas del alba. Hablando de temas vitales, preocupaciones y dilaciones. Cuestiones éticas y cuestiones metafísicas. Discusiones nihilistas e immanentes. La compañía siempre es insuperable y la situación immejorable.
Supongo que el momento también acompaña. Nunca te fumas una porque te parece que ya toca. Simplemente ella está allá, y espera paciente en un rincón de la habitación a que encuentres el momento en que te sientes bien, en que quieras relajarte aún más y, aunque parezca un tópico, enciendes el reproductor de música, le des a la lista de Reggae y escuchas esta música que tan bien compagina las caladas. Cierras los ojos y te sientes bien, no sabes porque. Sonríes. Puedes mirar todo tu alrededor y lo ves todo distinto. Lees o piensas. Sea lo que sea, te sumerges hasta puntos que sorprenden. Es otra manera de contactar contigo mismo.
Era lo que llevaba buscando desde hacía semanas. Últimamente no me reconocía a mi mismo; notaba que algo en mi estaba cambiando y en parte yo no lo quería. Me sentía como si estuviera perdiendo una parte de mi, como si medio "yo" se desvaneciera. Temía todo lo que eso podía conllevar pues junto aquello a lo que estaba perdiendo me había sentido fuerte conmigo mismo y con los demás.
Pero en aquél ambiente algo me estaba transformando de nuevo, me sacaba lo más profundo de mi persona a la superfície de la piel. Recuperaba lo que ansiaba, lo que parecía perdido, olvidado. Por un momento volvía a ser yo, el yo original, el yo sin responsablilidades, me libraba de todos mis lazos con lo que me rodeaba, me sentía bien. En cierto modo, me sentía como un niño recién nacido. Parecía una tabula rasa. Como si todo lo vivido hacia el momento no importara, como si no hubiera influenciado nunca en mi. Una especie de purificación, una vuelta a los orígenes.
Entonces caí en la cuenta de que esto era lo que todo el mundo buscaba. Librarse de todo lo demás, sentirse libre de lazos, de deberes, de obligaciones. La gente quería saltar, quería gritar, quería llorar por nada... Era raro en su medida, pero el efecto en masa que se estaba produciendo allí era impresionante. Cómo podía toda aquella gente reunir esas características y encontrarse en un mismo sitio a la vez... Durante unos segundos abrí los ojos para ser testigo de lo que ahora puedo contar. Imaginé que cadacuál tenía su propia barrera; intraspasable, infranqueable, resistente y lo más importante: invisible e íntima.
Y yo estaba entre esta multitud de locos, sintiéndome libre otra vez, respirando el aire saturado del ambiente y ahogándome de la necesidad de desahogarme, pero viviendo una vez más mi propio yo.
Luces, acción... gente que sabía lo que quería, que simplemente se sacaba un peso de encima, que no les importaba nada más que el dejar que la musica fluyera por todo su cuerpo. De hecho, no era ni preocupación, se podría decir que era un momento de pura despreocupación... Chaquetas tiradas por las bancas y mesas vacías; movimientos al sonido de la melodía. Gente que se movía rápido y gente que simplemente se balanceaba lánguidamente. Pero que teníamos toda esa gente en común, que había decidido pasar la noche del lunes moviendose con cierto frenesí (como ya apunté en el post anterior, los que vivían el sí del momento así lo hacían), a la velocidad del tempo y cadacuál a su bola? De hecho, la pregunta es en sí retórica. Dicen que los momentos más bestiales de brillantez y lucidez cerebral humanos surgen con el efecto de sustancias inhibidoras des de estados de relax a estados de sobreexcitación nerviosa. No voy a discutir eso... cadacual sabrá lo que necesita para realizar un razonamiento, válido o no. Newton necesitó una manzana en su cabeza; los Beatnik usaban LSD y semejantes; Descartes reflexionó junto a una estufa...y yo, yo necesité una completa deshidratación corporal para empezar a ver las cosas con más bien deslucidez y cierto desenfoque. A medida que pasaba el tiempo, la sed empezaba a mellar en mi cuerpo, me sentía bajo en azúcar, necesitaba un respiro y una mar de sudor resbalaba frente abajo, saturando mis cejas. Pero yo seguía con mi imperiosa necesidad de sacar lo que tenía dentro, lo que aquella música me inspiraba. Sudaba y sudaba mucho, tenía aquella horrorosa sensación con las piernas empapadas y el pantalón pegado. Pero aquello no era suficiente para pararme, yo no pensaba, simplemente bailaba, a toda velocidad y observaba la gente de mi alrededor. Se desprendía todo de mí, sentía que perdía el control de mi mismo y que en cualquier momento podía caerme al suelo, pero por algun extraño motivo seguía ahí, dempié; aguantando y luchando por continuar con esta corriente de éxtasis que rodeaba mi cuerpo; liberándome al ritmo de la música. Mi alrededor empezaba a ser cada vez más confuso: las figuras de la gente que me rodeaba se desvanecían entre oscuras sombras. Mis parpadeos eran cada vez más rápidos y mis movimientos empezaban a alterarse, cada vez más lentos y, a pesar de mi concentración por continuar vivo, me resultaba todo de lo más patoso. Mi cuerpo me estaba pidiendo un descanso a gritos. Tenía la frente hirviendo y el sudor era cada vez más frío. Necesitaba un sorbo de algo, necesitaba urgentemente algo líquido. Todo iba ganando definición y la volvía a perder, como el vaibén de una hoja. Entonces una pregunta me produjo el escape perfecto de esa realidad que hasta el momento me había visto inmerso. Todo giraba a mi alrededor y yo había perdido todo el interés posible en continuar dentro de aquella jaula de posesos. Había dado el siguiente paso. Lentamente me recosté sobre mis piernas y recorrí el local en busca de un apoyo. Con esto conseguí todo lo que necesitaba. Por fin podía preguntarme el porqué de todo aquello, el sentido, el motivo por el cuál toda aquella gente se había reunido allí, me pregunté qué era lo que yo también había venido a buscar por primera vez en mi vida en un lugar como aquél.
Todo el mundo tenía su propia barrera, cadacuál ignoraba a los demás. Los que eran como yo no se molestaban por "como esto" o "como aquello". Simplemente lo sentían, lo hacían suyo.
No me mintáis. Todos sabemos que la locura recorre nuestros cuerpos, aunque logréis reprimirla, sabéis que está ahí, acechándonos. Es algo que, por mucho que nos esforzemos en ahogar, en esconder, sale siempre a flote. No hay manera de conseguir que muera, que quede dormida dentro de nosotros, no... Es un lobo mal ahuyentado, una herida mal curada. Siempre vuelve cuando bajamos la guardia. Y si no sabéis de qué os estoy hablando al terminar el texto, es que estáis muertos.
Hay quién dirá que soy un monstruo musical; una espécie en extinción; una máquina de recordar canciones, autores y álbumes. Soy un devoto devorador de canciones, con un aprecio que recuerda hasta registros de todo tipo. Variando des del más puro clásico barroco hasta la electrónica más extrema. No diré que no esté orgulloso de esta afición, no, no voy a mentir. Es MI Pasión. No hay día que no pueda reprimir mis más ansiadas ganas de escuchar nuevos temas, experimentar nuevas sensaciones al volver a casa por la calle: andar centrado en esta nueva melodia, despistando a todo lo que pasa a mi alrededor, olvidando que mi vida real me persigue.
Ésto, ésto es lo que busco siempre, lo que quemo con tanta facilidad; esta necesidad real, ficticia, qué más da! esta dicha... locura! Supongo que ya lo decía Nietzche, el famoso vitalista:
"El destino de los hombres está hecho de momentos felices, no de épocas felices."
Necesidad real, porque no hay que encontrar el hilo de lo que nos pasa: el saber porqué. El porqué es una pérdida de tiempo, si te pierdes un segundo, viviràs un segundo menos tu ilusión en el hecho! Necesidad ficticia porque lo que nos transmite no existe. És algo abstracto, no podemos tocarlo, pero podemos aprender a vivir con ello! Necesidad pragmática al fin y al cabo! Es lo que el ser humano ha buscado durante toda su existencia. Felicidad dirán... pues sí, en cierto modo y en todo modo lo es!
Saber encontrar el momento ideal, el segundo concreto dentro del tiempo abstracto (sí, lo sé, suena como una paradoja, pero es así). Y no me arrepiento cuando hablo de olvidar mi entorno para centrarme en el momento de placer, sí, placer! Estremecerme, sentirme, en cierto modo sujetivo... vivo! Llorar, reírme de mi mismo, emocionarme, personificar canciones, darles un valor abstracto (como ya dije, pragmático)...
Una de mis citas favoritas, la dijo J.L.Kerouac, canalizador del movimiento beat (que él mismo aclaró como beatífico):
"My fault, my failure, is not in the passions I have, but in my lack of control of them."
Y es verdad, el error no es la pasión por la música; o por los libros; o por la locura que podemos, a veces, dejar huir libremente en una calle, de noche, sin miedo a lo que nos pueda suceder... El error, si así queréis llamarlo, es la falta de conciencia en el acto en sí. Todavía soy muy joven para comprender como y qué es la vida, pero no es tarde para vivir esta "wave", este "flow" de vitalidad que, en estos momentos, recorre todo mi cuerpo.
Supongo, queridos lectores, que si habéis llegado hasta aquí o tenéis poco tiempo (sarcásticamente hablando) o os aburrís mucho o realmente os enganché con lo que hoy quería gritar por mi ciudad.
Me voy a despedir con otra de mis citas favoritas, también de F.Nietzche:
"Without music, life would be a mistake."
Nota: Hoy J.Frusciante me vuelve loco con esta guitarra en "On Mercury" de los Red Hot Chili Peppers.
Quién no ha intentado comunicar lo que siente, lo que piensa, lo que importa un comino a los demás pero que resulta verdaderamente importante para nosotros mismos...
Ahora me viene a la memoria mi compañero Goyo Jiménez, que empezaba aquél famoso monólogo con un "[...] Sí, la mayoría de humoristas empiezan con un 'no os ha pasado nunca que...' [...]" (buenísimo, os lo recomiendo). Pero no tengo dotes para la expresión escrita, y de algun modo u otro tengo que sortear el problema que me plantea este ordenador y la necesidad insaciable de sacar algo de dentro de mi cerebro. No tengo la más mínima intención de parar este derrame atroz hasta que me sienta satisfecho con mi trabajo pues no soy una persona demasiado exigente consigo misma!
No tengo ni idea de quién va a llegar a leer esto ni como va a llegar aquí y aún tengo menos idea de si va a tener la compasión (o gentileza) de terminar de leer mis quehaceres.